Hoy, sin que medien de excusa prácticas de composición literaria, os dejo un breve relato acompañado de un hilo musical apropiado.
Intentaba mantener una conversación pero se le escapaban los ojos. Miraba alternativamente aquellas piernas y constataba cada vez que sí, que las había visto bien, que seguían estando ahí entrecruzadas y exuberantes como si no perteneciesen aún a nadie.
Su compañero de mesa se hacía un lío con la corbata. Llevaba 30 minutos largos de café con leche y hielo hablando del mismo problema epistemológico; pero a él (y a sus ojos) sólo le interesaban la parábola que se superponía a una paradoja, sonando a frufrú* de incógnita irresoluble.
Ahora sabía por qué a algunos profesores les obligaban a beber cicuta en vaso alto.
Su compañero de mesa se hacía un lío con la corbata. Llevaba 30 minutos largos de café con leche y hielo hablando del mismo problema epistemológico; pero a él (y a sus ojos) sólo le interesaban la parábola que se superponía a una paradoja, sonando a frufrú* de incógnita irresoluble.
Ahora sabía por qué a algunos profesores les obligaban a beber cicuta en vaso alto.
*Frufrú: Onomatopeya. Dícese del sonido que hacen las piernas atrapadas en las medias cuando se frotan entre si o contra las faldas.
P.D.: Qué Merino, ¿microrelato?
P.D.2: Dedicada a Ana Manzana, que le hacen gracia mis onomatopeyas
P.D.2: Dedicada a Ana Manzana, que le hacen gracia mis onomatopeyas
No hay comentarios:
Publicar un comentario