*Benedicto, Acto II, Escena III, Mucho ruido y pocas nueces, William Shakespeare.
Yo sé que por mi seguridad desvelas,
que quieres para mí la vida entera…
Y roncas a veces.
Porque no despierte temes.
Pero tente amor, tente,
que no es el sueño eterno de la muerte.
que quieres para mí la vida entera…
Y roncas a veces.
Porque no despierte temes.
Pero tente amor, tente,
que no es el sueño eterno de la muerte.
Que no se ofendan las damas. Como me recordó una amiga el otro día: las mujeres no roncan, sólo respiran algo fuerte.
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