Maastricht, On y viene!

¡Qué tarde es! Y yo con estos pelos... y aún no he publicado la entrada sobre Maastricht.- Deberías tocarte menos los mismísimos.- Para decirme obviedades no te necesito.- Por eso me llaman conciencia.

He descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él.

Mark Twain (1835-1910)
Lo mejor de los viaje es lo de antes y lo de después.


Postdata a una cita apropiada: Maeterlinck no tenía ni idea. Aunque si no estáis de acuerdo conmigo haced un bucle.

Por si no se ha notado, he vuelto de Maastricht; y vuelvo con muchos recuerdos, con buenas y malas impresiones, con la seguridad de haber aprovechado el tiempo (para viajar y para vivir), con la necesidad de volver y profundizar en el país. Con hambre de más, como en todo buen viaje.

De Maastricht podría contaros la nieve, el granizo, la lluvia, el frío; Todas esas conversaciones de bar serio en las que hombres serios y trajeados con profundas (y elevadas) voces holandesas comentan la economía, la política y los mejores prostíbulos de la ciudad... Pero el viaje sería algo gris si nos centráramos en el clima (y sórdido si habláramos de los prostíbulos).

También podría hablaros de los puentes levadizos sobre el Mossa, de algunos bares de vinos, de estupendas chocolaterías, de cafes-teatro, de coches decorados por una prima de Agatha Ruiz de la Prada, del museo de los niños buenos y su gran sistema de entradas-chapa, de los esqueletos de dinosaurios chinos que había en la principal biblioteca...


De Den Bosch o 's-Hertogenbosch, patria del Bosco y de alguien que yo me sé, os hablaría (si pudiera): de las calles peatonales, de las murallas que separan los adoquines de los pólder, de museos de arte con colecciones infames, de habitaciones con altillo (y de lo duros que son sus techos), de pequeños canales (que atraviesan toda Holanda como venillas, por si no lo habíais notado), de una catedral con un órgano impresionante; de una ciudad pequeña tranquila pero llena de encanto...

En cuanto a Amsterdam, os diría (si es que pudiera) que si salís de entre las calles asediadas por las tiendas de marca y los restaurantes para turistas, y bordeáis los canales, quizá le encontréis el encanto.

Os diría que el Museo Histórico de Amsterdam (un laberíntico palacio) donde se mezclan cuadros, viejos patines, radios clandestinas de cuando Alemania tuvo la varicela y se la contagió a toda Europa, maquetas de astilleros y un sinfín de trastos, merece la pena. Por nuevo, por original, por saber adaptarse en su laberinto de salas y entresalas, a las nuevas tecnologías, por las bicicletas que simulan paseos por el siglo XIX y por los carrillones.

Podría deciros que estuvimos (mi anfitriona y yo) en la Casa de Rembrandt: retrocediendo en el tiempo, ascendiendo por escaleras empinadas no aptas para minusválidos, tomándole medidas a alcobas minúsculas para holandeses aun más pequeños y viendo muchos cuadros. Porque tras la fachada moderna y metalizada de la Casa rembrandt se ocultaba una reconstrucción pormenorizada de la casa original (o pretendidamente original, quién sabe) que incluye la cocina, el taller de grabado, el estudio de pintura y las dependencias personales. También había una exposición temporal sobre una pintora naturalista del siglo XVII-XVIII.

Después, si me lo permitieran, os contaría que para regocijo mío, llegamos al puerto. Flotaban palos de velas altas entre los pantalanes. Y frente al Nemo (el museo de la ciencia con forma de barco o algo así): una réplica de un barco de la Compañía de las Indias Orientales para patearlo desde la toldilla hasta la bodega. Sí, os diría, que fue el momento más friki y más feliz para el marinero de agua dulce que os escribe.



Ohhh si... tengo muuuchas fotos no lo dudéis ni un segundo

También podría contaros de Amsterdam: las omnipresentes bicicletas, los predicadores negros hablando del pecado, los mendigos (need directions?), los cines que parecen sacados de entre las páginas de Gotham City, de los tranvías azules, de los enchufes que algunos transeúntes parecían haber tocado, de los canales y de las casas-barco y los barcos-casa que allí flotaban (o hacían como que flotaban), de las tiendas de artículos de violines (y de los niños sonrientes y rubísimos que se amontonaban en su puerta), de las turistas chinas, de los españoles que no pisaban el césped porque estaba embarrado, de los pájaros de campo que sustituyen a los gorriones a tiempo completo, de los gritos de la gaviotas que hacía tanto que no escuchaba sobre el tráfico...

Podría hablaros de todo ello y me quedaría tan corto...

6 comentarios:

Galadriel dijo...

Hala!!!!! que chulo todo!!!!! Me das una envidia!!!!!!
El barco es una pasada, habria que verte la cara cuando lo viste!
Bueno, en mi caso, verla sin mas :D

UN BESITO!! Me alegro de que lo pasaras bien!

Rous dijo...

:)
Mola

Marina de Luna dijo...

ME alegro, se nota que te lo has pasado guay.

Un beso*

Isabel Segura B. dijo...

Podrías hablar de todo ello y poner como música de fondo a Brel cantando 'Dans le por d´amsterdam il ya des marins qui chantent...'
Gracias por esos apuntes de viaje.
Saludos.

Anónimo dijo...

chouette.

Anónimo dijo...

y no al spam!!! ;)

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